Mi abuela


Abuela conmigo y mi hermana en Alicante
“Nadie puede hacer por los niños lo que hacen los abuelos: Salpican una especie de polvo de estrellas sobre sus vidas” Alex Haley (1921 – 1992). Escritor estadounidense.

He rescatado una foto en blanco y negro que dibuja el contrapunto de la vida y la vida. Como el yin y el yang que enmarca cada segundo de la existencia complementando los segundos. Su muerte no es una muerte, es la vida dentro de mis venas, que corre cada minuto al encuentro de su recuerdo. Tengo dibujadas en las arrugas de mi frente su imagen de ternura inconmensurables, su alma lo llena todo y en mi barbilla nace su belleza más eterna, porque en ella nacen las raíces de su latido. El olor de un pañuelo, su forma de cogerme del brazo, sus quejas porque le dolía la artrosis de sus dedos torcidos, su piel suave, sus ojos llorosos, su pelo encanecido pero con el color plateado de la vida que se le escapaba y que se introducía dentro de mí.

Nadie puede recuperar su presencia, pero puedo acercarme un poquito a mi memoria y dibujar su perfil, esbozar su recuerdo en cuatro párrafos llenos de armonia y calidez, como cuando bajaba al parque con sus amigas del barrio y charlaba, yo la rememoro sintiendo su voz tan viva en mi interior, con su bastón de abuela, pero con su maleta llena de olores inconfundibles.

Quizás éste sea un intento de acercarla más a mi donde esté, quizás sea una manera de reconocer en mí su vida que se fue, a lo mejor no descarto que sea ella quien empuje mis dedos sobre las teclas y sea ella quien de vida a éste post que entiendo es otra forma de darle mi más sinceras gracias por enseñarme a ser fuerte y a ser yo misma, su muerte y su vida me enseñaron a respetar el último deseo: querer vivir por encima de todo: del dolor, del daño, del orgullo, de la VIDA.

Yo no me quiero morir, decía ella, MI Abuela... yo te digo desde aquí que no estas muerta: que vives en mis lágrimas y en el deseo de querer abrazarte muy fuerte desde aquí, mi casa, que es la tuya. Vives en mi latido, en mi madre, en mi soledad y en mi compañía, vives entre las páginas amarillas de mi diario, entre  mis fotos, vives en el arroz con pollo de los domingos y entre las sábanas de mi cama, porque mis sueños crecieron con tu vida y empezaron a hacerse realidad con tu vida después de la muerte.


Gracias.

(by Amparei@2011)

Comentarios

  1. Has sido afortunada de contar con una abuela así. Me emocioné. Sigue viva en ti. Es importante.

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